Del Retiro al Madrid de los Austrias

Cuando empiezas a aprender a patinar te das cuenta que todo se queda corto, por ejemplo, dar una vuelta por el Parque del Retiro se convierte en un mero aperitivo. Y se abre ante ti un nuevo mundo por conocer, un Madrid distinto y diferente al que estamos acostumbrados ver. Esa sensación la he sentido cuando he recorrido otras ciudades del país. Hace unos años cada vez íbamos a realizar una ruta, envíamos información sobre los itinerarios que teníamos pensados ver. Exponíamos brevemente el recorrido, breve información histórica por los lugares pasaríamos, así como el nivel exigido para participar. A la vez que patinabamos aprendíamos algo más de nuestra ciudad, no sólo nos quedábamos con los nombres de las calles.

Todo es empezar, todavía existen pequeños rincones por conocer sólo hay que saber buscarlos. Los circuitos tienen una mágia distinta si se realizan por el día o por la noche.

Datos técnicos de la patinada:
Salida: Paseo de coches del Retiro (Madrid)
Distancia: 7,5 kms aproximadamente
Nivel: como mínimo saber frenar o llevar a alguien que te ayude a frenar
Destino: Mirador del Templo de Debod
Recomendaciones: tiene una magia especial si se hace por la noche, apartir de 9,15 de la noche empieza a oscurecer y poco a poco hace su aparición la luz de las farolas.

Nada más salir del paseo de coches (Paseo de Fermán Nuñez), cogemos un camino que nos dirige a nuestro Paseo Marítimo particular podremos observar el monumento a Alfonso XII. Alrededor de la estatua del monarca a caballo existe una gran columnata. Completan el monumental conjunto una serie de alegorías a la patria, la libertad, la paz, los ejércitos y la marina.
	Salimos por la puerta del parque próxima a la Puerta de Alcalá, que es obra del arquitecto Sabatini. Fue terminada en 1778 para conmemorar la entrada en la ciudad del rey Carlos III.
Cogemos la Calle Alfonso XII y nos dirigimos patinando hasta la Calle Espalter, durante el corto trayecto nos encontrarémos con El Casón del Buen Retiro. Es un edificio construido en 1637 para recreo y disfrute de Felipe IV, que acogió durante años la colección de pinturas del siglo XIX del Museo del Prado.
	Al final de la bajada de la Calle Espalter, nos encontramos la silueta de una de las más grandes pinacotecas del mundo, el Museo del Prado. El diseño y la construcción fueron encargados por el Rey Carlos III al arquitecto Juan de Villanueva. Como anécdota durante la invasión francesa de 1808 -1814 se cebó con el edificio, fué utilizado como un cuartel de caballería.

To be continue