Ayer por la tarde estuve en el Retiro con Susana, Javier y Cruz, y vimos como una chica osó bajar la cuesta del Ángel Caído en su segundo día con los patines. Su inexperiencia y el desconocimiento de la zona le jugó una mala pasada: un costalazo, rodillas y uno de sus codos ligeramente despellejados. No fue nada, sólo un susto, pero con unas protecciones podría haber mitigado gran parte de los efectos. Parecen un estorbo en la mochila y ahora con el calor no apetece ponérselas.
Pero todo patinador, cuando se pone unos patines, debe ser consciente de que puede sufrir alguna caída, por lo que, para eliminar parte de las consecuencias, es conveniente ir protegido, con independencia de la época del año. Las protecciones son elementos indispensables para el ejercicio del patinaje, facilitan su práctica y reducen el riesgo en caso de caída. Las protecciones básicas son: muñequeras, rodilleras, coderas y, en menor medida, el casco.
Las muñequeras protegen la palma de la mano y las muñecas de arañazos y de fracturas. A la hora de efectuar su compra hay que tener en cuenta la talla (si no tienen talla única), si son fáciles de colocar, si son cómodas y si están ventiladas. Además, el protector de refuerzo debe abarcar la totalidad de la muñeca. Ten en cuenta que existe una gran variedad en función de la disciplina (fitness, que son las más habituales, agresivo, etc.) Cuando nos las coloquemos debemos ajustarlas evitando las holguras, ya que si están desajustadas, en caso de caída, pueden moverse y no van a cumplir su función. Nuestra primera reacción ante cualquier amago o caída es poner las manos de forma instintiva, y las muñequeras nos protegerán de lesiones aseguradas.
2 comentarios:
Totalmente de acuerdo en lo de las protecciones. Hasta los expertos se caen de vez en cuando, y no digamos los ex-principiantes como yo.
Siempre llevo rodilleras, me he acostumbrado a ellas y ya no me molestan al patinar. Las llevo por debajo de los pantalones (siempre pernera ancha para que no se enganchen) y no me limitan los movimientos.
En las manos llevo guantes de ciclista, no me protegen contra torceduras, pero sí contra roces y desollamientos. Son muy cómodos y los puedo llevar durante horas.
Lo que cuentas en el artículo sobre la chica accidentada lo he visto muchas veces... Empiezan a bajar y alcanzan "velocidad terminal", esa en la que ya no controlas y no puedes hacer nada. A mí me pasó muchas veces cuando estaba aprendiendo a bajar esa cuesta. Sigo pensando que lo mejor es tirarse al suelo con los pies por delante, como si te fueras a sentar. Un raspón en el culo se cura en dos semanas... Pero un mal golpe en la rodilla (por ejemplo) te puede dejar tocado mucho tiempo.
Yo también he visto buenos trompazos en esa cuesta. Muchos recuerdos a todos.
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